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Maltrato infantil y Odontología: de la identificación al reporte del caso

El maltrato infantil constituye una de las grandes amenazas para el bienestar del niño. 

  • Porro Pérez R

  • Graduada en Odontología (UCM). Colaboradora del Título Propio “Especialista en Atención Odontológica Integrada en el niño con necesidades especiales” (UCM)

  • Labajo González E

  • Doctora en Odontología (UCM). Profesora del Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología, de la Facultad de Medicina (UCM). Colaboradora del Título Propio “Especialista en Atención Odontológica Integrada en el niño con necesidades especiales” (UCM).

  • Martínez Pérez EM

  • * Doctora en odontología (UCM), Profesora del Departamento de Especialidades Clínicas Odontológicas. Colaboradora del Título Propio “Especialista en Atención Odontológica Integrada en niños con Necesidades Especiales” (UCM).

  • Planells del Pozo P

  • Licenciada en Medicina y Cirugía. Profesora titular de Odontopediatría (UCM). Directora del Título Propio “Especialista en Atención Odontológica Integrada en niños con Necesidades Especiales” (UCM).

RESUMEN

Introducción. El maltrato infantil sigue siendo un problema prevalente en la sociedad. Para su detección, el odontólogo debe conocer tanto los signos y síntomas que pueden desencadenar un diagnóstico de sospecha como la manera de reportar el caso para su investigación.

Material y métodos. Se ha llevado a cabo una revisión sistemática en función de los criterios PRISMA. Los artículos originales se obtuvieron en la base de datos BUCea y a través del catálogo Cisne de la Facultad de Odontología de la Universidad Complutense de Madrid.

Resultados. Existen numerosas clasificaciones para el estudio del maltrato infantil. La mayoría atendiendo a su tipología: en función del momento en el que se produce, del autor del mismo o de la acción en sí. Más de la mitad de las lesiones producidas en el maltrato infantil se concentran en la región craneofacial; es por ello que existen aspectos orales del maltrato a los que el odontólogo debe prestar especial atención.

Conclusiones. Tras el estudio de las posibles lesiones que pueden hacer sospechar al odontólogo que está ante un caso de maltrato infantil, se vuelve especialmente importante la manera de recoger dicha información para que sea evaluada por las autoridades. Para ello es imprescindible conocer la cumplimentación del parte de lesiones. 

En este artículo, se propone un modelo de parte de lesiones específico para el odontólogo que pretende facilitar la recogida de los datos observados en el paciente infantil víctima de malos tratos.

Palabras clave: lesiones orales, abuso infantil, maltrato infantil, signos orales, maltrato infantil, discapacitados.

 

ABSTRACT

Introduction. Child abuse is still a prevalent problem in the society. In order to be detected, the dentist should be aware of every sign and symptom that could be used to make a diagnosis of suspected child abuse, along with the way to report it, in order to be investigated.

Matherial and methods. A systematic review has been carried out according to the PRISMA criteria. The original articles were obtained in the BUCea database, through the Cisne catalogue from the Dentistry School of Universidad Complutense of Madrid.

Results. There are a myriad of classifications for the child abuse research. Most of them are classified according to their typology: either by the time it is produced, the author or the activity itself. More than half of the injuries produced by child abuse are concentrated in the craniofacial region. For this reason, there are oral aspects of child abuse which should be considered by the dentist.

Conclusions. After analysing the possible injuries which might alert the dentist that he/she is facing a child abuse case, the way to gather such information in order to be assessed by the authorities becomes particularly important. Therefore, knowing how to fill an injuries report is essential. In this article, an specific injuries report model is proposed for the dentist in order to ease the data gathering observed in the child patient subjected to maltreatment.

Key words: oral lesions child abuse, child maltreatment oral signs, maltreatment disabled children.

 

INTRODUCCIÓN

El maltrato infantil constituye una de las grandes amenazas para el bienestar del niño. La existencia de malos tratos o abandono conlleva una serie de repercusiones no sólo sociales sino también jurídicas y médicas que ponen de manifiesto la necesidad de un encuadre interdisciplinar1.

 

Los profesionales sanitarios ocupan una posición privilegiada en la detección e intervención en casos de maltrato infantil2. Ante la complejidad de este problema, y dentro de dicho equipo interdisciplinar, se encuentra el odontólogo3,4. En la literatura, encontramos un punto de vista general en el que se plasma que el maltrato infantil es bastante evidente y obvio5, por lo que su reporte a las autoridades pertinentes sería relativamente fácil por parte del odontólogo6. Sin embargo, parece ser que ante la sospecha de la existencia de malos tratos en el paciente infantil, hay una baja tasa de denuncia por parte del odontólogo7, bien por el desconocimiento de los signos y síntomas característicos o por la inseguridad del diagnóstico de maltrato o negligencia8.

 

Dentro del concepto de malos tratos encontramos el concepto de negligencia dental. Dicho concepto fue definido por la Academia Americana de Odontología Pediátrica (con sus siglas en inglés, AAPD), como la acción deliberada de los padres para no buscar y/o seguir el tratamiento odontológico necesario para garantizar el nivel de salud oral del niño, que suponga la adecuada función, libre de dolor e infecciones9.

 

Los objetivos de esta revisión son los siguientes: 

1. Revisar la evolución histórica del maltrato infantil.

2. Estudiar el concepto de maltrato.

3. Analizar la frecuencia del maltrato infantil y su evolución en España en los últimos años.

4. Analizar los aspectos orales del maltrato profundizando en el concepto de negligencia dental.

5. Estudiar el maltrato en niños con diversidad funcional.

6. Valorar cuál debe ser la actuación del odontólogo frente a la identificación de un caso de malos tratos.

7. Proponer un modelo de parte de lesiones específico para el odontólogo.

 

MATERIAL Y MÉTODOS

Se realizó una revisión sistemática en función de los criterios PRISMA, a través del buscador bibliográfico PubMed, utilizando como palabras clave: “oral lesions child abuse”, “child maltreatment oral signs” y “maltreatment disabled children”. Los artículos originales se obtuvieron en la base de datos BUCea y a través del catálogo Cisne de la facultad de Odontología de la Universidad Complutense de Madrid. 

 

 

Se buscaron artículos publicados entre los años 2008-2018. Los artículos utilizados para definir el maltrato infantil y tipificarlo son más antiguos, ya que se trata de la primera fuente en la que aparecieron citados dichos conceptos. Los criterios de inclusión y exclusión que se utilizaron para llevar a cabo esta revisión se recogen en la Tabla 1.

 

 

El proceso de selección de artículos y el proceso de revisión final según los criterios PRISMA para revisiones sistemáticas se reflejan en el diagrama de flujo representado en la Figura 1.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN MALTRATO INFANTIL: EVOLUCIÓN HISTÓRICA

El maltrato infantil no es un problema reciente, sin embargo, solo hasta hace pocas décadas tanto los profesionales como la sociedad se han preocupado por el mismo.  

 

En 2007, arqueólogos de la Universidad de Florida Central reportaron el que hasta la fecha es el caso de maltrato infantil documentado más antiguo, tratándose de un niño egipcio de 2-3 años que vivió hace dos mil años10. Durante la Edad Antigua y la Edad Media, era bastante frecuente el infanticidio y la violencia hacia los niños; no es hasta los siglos XVII y XVIII en los que la infancia empieza a considerarse como un periodo específico de la vida y, por tanto, necesitado de atenciones especiales. 

 

El primer caso de maltrato infantil, donde se ganaba por primera vez un proceso judicial que representaría el reconocimiento oficial del maltrato infantil, data del año 1874. Cabe destacar que, ante la ausencia de leyes que protegieran a los niños, este caso fue llevado a juicio por la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad a los Animales. Un año después, se fundaría la Sociedad Neoyorquina para la Prevención de la Crueldad a los Niños y en 1884 este movimiento social llega a Europa para fundar en el Reino Unido la Sociedad para la Prevención de la Crueldad en los Niños11.

 

Los primeros profesionales sanitarios en involucrarse en el tema del maltrato infantil fueron el radiólogo John Caffey, en 1946, y el pediatra Henry Kempe, en 196212,13. Henry Kempe define el Síndrome del Niño Maltratado y lo describe como una condición clínica que debe ser considerada en cualquier niño con evidencia de fracturas óseas, hematoma subdural, fracaso en el desarrollo, hinchazón de los tejidos blandos o contusiones y hematomas a nivel cutáneo, así como en cualquier niño cuya muerte haya sido repentina o en casos en los que el grado y el tipo de lesión no concuerdan con la historia dada13.

 

Desde ese momento se aprobaron leyes en todos los estados de Estados Unidos, que exigían informes obligatorios sobre presuntos casos de abuso infantil, a todos los profesionales sanitarios, incluidos los odontólogos11.

 

Desde 1970 en adelante encontramos publicaciones en la literatura específica del ámbito odontológico, en la que se pone de manifiesto el rol del odontólogo en la protección del niño y en la identificación del maltrato infantil14,15,16,17.

 

CONCEPTO DE MALTRATO

Debido al carácter interdisciplinar que conlleva el maltrato infantil, existen dificultades a la hora de tratar de encontrar una definición válida para los distintos profesionales1

 

La Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, define el maltrato infantil en su Artículo 19 como “toda violencia, perjuicio, o abuso físico o mental, descuido o trato negligente malos tratos o explotación, mientras que el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un tutor o de cualquier otra persona que le tenga a su cargo”18.

 

La legislación española define el desamparo legal, en el artículo 172 del Código Civil, como “aquella situación que se produce de hecho a causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material”19.

 

A partir de estos conceptos, el Grupo de trabajo sobre maltrato infantil del Observatorio de la Infancia elabora una definición de los malos tratos a la infancia como “acción, omisión o trato negligente, no accidental, que prive al niño de sus derechos y su bienestar, que amenacen y/o interfieran su ordenado desarrollo físico, psíquico y/o social, cuyos autores pueden ser personas, instituciones o la propia sociedad”20.

 

Los distintos tipos de maltrato se han clasificado según el momento en el que se produce el maltrato, según los autores del mismo o según las acciones concretas que lo constituyen20. Sin embargo no hay que olvidar que el maltrato infantil no es un hecho aislado, es un proceso multifactorial en el que muchos de sus aspectos pueden estar dándose a la vez21,22,23,24.

 

FRECUENCIA DEL MALTRATO INFANTIL: EVOLUCIÓN DE LA VIOLENCIA A LA INFANCIA EN ESPAÑA

Desde un punto de vista general, podemos afirmar que la prevalencia del maltrato infantil es desconocida porque sólo se realizan estudios con los casos detectados. A esto se le unen diversos factores que también condicionan el número de casos: el miedo a la denuncia, que el agredido sea un niño, o la información insuficiente a los profesionales, entre otros20. Sigue vigente el símil, que algunos autores como Morales JM y Costa J (1997), hicieron con la imagen de un iceberg, estimando que los casos detectados serían sólo una parte de los casos reales25.

 

Destaca la negligencia como tipología predominante, seguida del maltrato emocional, el físico y el abuso sexual1

 

La Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) (2016), ha elaborado un informe en el que se recoge un estudio que plasma la evolución de la violencia en España en los últimos años27. Según dicho informe el número de llamadas por problemas de violencia ha experimentado un fuerte aumento desde 2009, pasando de 1.487 llamadas en 2009, hasta las 5.930 en 2016; es decir, la tasa de incremento en términos porcentuales ha sido del 298,8%. 

 

En el informe se destacan los cambios evolutivos que ha experimentado la sociedad española en los últimos años. Analiza los principales indicadores económicos del país como son el número de parados y las ayudas al desempleo. Se aprecia una cierta coincidencia en el tiempo entre dichos indicadores y el aumento de las denuncias.

 

En cuanto a la edad media de las víctimas, en 2009 era de 12,3 años, de 12,0 en 2013 y de 11,5 años en 2016. Si en 2009 los adolescentes (mayores de 12 años) eran casi dos tercios de las víctimas, ahora son sólo la mitad (49,9%). En contraposición, los niños/as entre 5 y 9 años de edad suponen el 22,0% (14,5% en 2009) y los pre-adolescentes (entre 10 y 12 años) alcanzan el 20,2% (14,3% en 2009).

 

En los menores con discapacidad no se observan cambios durante los años analizados y constituyen un 0,8% del total de casos.

 

En los últimos años, se ha visto que los actos violentos se perpetúan durante más tiempo y son más frecuentes. En cuanto a la duración superior a un año, ha pasado del 52,5% de los casos en 2009 hasta el 58,6% en 2016. La violencia con una duración de entre un mes a un año es ahora del 25,9% y la de menor duración solo afecta a una de cada seis víctimas. La frecuencia diaria ha pasado del 55,4% hasta el 62,2%.

 

ASPECTOS ORALES DEL MALTRATO Y NEGLIGENCIA DENTAL

Sabemos que en la perpetración del maltrato infantil, en concreto de aquel que cursa con secuelas físicas, se producen una serie de lesiones. Muchas de dichas lesiones suelen darse en la región craneofacial3,4 y concretamente en la cavidad oral. Se trata de lesiones periorales y/o intraorales, infecciones y enfermedades que llevan al odontólogo a sospechar de abuso infantil y negligencia9,24. Por otro lado, hay autores que apuntan que las lesiones orales son mucho menos observadas en estos casos, representando el 2-7% de todas las lesiones identificadas en niños que sufren maltrato físico, llegando a sugerir que las lesiones intraorales pasan frecuentemente desapercibidas28

 

Existe evidencia suficiente que apunta la importancia del enfoque multidisciplinar en aquellas lesiones que, no sólo se circunscriben a la región oral, sino que involucran también todas las estructuras cefálicas, con el fin de hacer un correcto diagnóstico diferencial29.

 

Aspectos orales del abuso físico

Las lesiones craneofaciales y cervicales se dan en más de la mitad de los niños maltratados16. Algunas enfermedades en especial la caries, la gingivitis y otros problemas de salud oral son más prevalentes en niños maltratados que en la población pediátrica general30.

 

Algunos autores observan que los labios son la región más afectada de las lesiones orales infringidas en el maltrato infantil, seguidos de la mucosa bucal, dientes, encía y finalmente la lengua31.

 

La existencia de laceraciones en el frenillo labial superior, en niños que aún no han empezado a caminar, son frecuentemente el resultado del abuso físico del niño y se asocian, en la mayoría de sus casos, con otros hallazgos correspondientes a abuso físico grave24. Sin embargo Kidd AJ y colaboradores (2010), advierten del posible error al considerar las lesiones en el frenillo labial superior como signo patognomónico de maltrato infantil. Su estudio revela que dichas lesiones son frecuentes en niños que están aprendiendo a andar y además se asocia a otro tipo de trauma, señalando que es importante recabar información del mecanismo que ha llevado a dicha lesión en contraste con el grado de movilidad del niño32.

 

Traumatismos repetidos en los dientes pueden derivar en necrosis pulpar, que a su vez provoca decoloraciones grises o rosadas en los dientes33,34.

 

El empleo de mordazas en la boca pueden dar lugar a hematomas o cicatrices en la región comisural35. Algunas lesiones graves de la cavidad oral, como lesiones faríngeas y abscesos retrofaríngeos pueden ser infringidos por los padres o cuidadores, con el fin de crear una patología en el niño36,37,38. El síndrome de Munchausen es una forma de maltrato a menores en el que un adulto induce una enfermedad o condición médica en el niño. Los profesionales sanitarios se ven obligados a realizar multitud de pruebas diagnósticas y tratamientos que aumentan las situaciones de morbi-mortalidad del niño.

 

Las lesiones orales accidentales son relativamente comunes y deben ser distinguidas de las lesiones derivadas de maltrato, teniendo en cuenta la historia que nos cuentan los padres/cuidadores acerca de los mecanismos que la han producido. De la misma manera hay que evaluar el nivel de desarrollo del niño y contrastarlo con las características propias de la lesión. 

 

Normalmente, la detección de múltiples lesiones, o lesiones en distintos estadios de curación o discrepancias en la historia de la lesión deben despertar nuestra sospecha24,39. Por otro lado, el odontólogo debe prestar atención a estructuras como la orofaringe, las amígdalas, la úvula, paladar blando y suelo de la boca, así como regiones anatómicas extraorales hemorragias subconjuntivales, hematomas periorbitarios, contusiones/fracturas nasales y hematomas auriculares38,39,40,41,42.

 

Aspectos orales del abuso sexual

Aunque la cavidad oral es una de las zonas en las que se localizan las lesiones causadas por abuso sexual en niños, estas son difíciles de detectar y poco frecuentes, al igual que las infecciones orales producidas por las mismas causas43.

 

Infecciones como la gonorrea en niños en edad prepuberal se considera un signo patognomónico de abuso sexual, pero es muy poco frecuente. Además, la gonorrea faríngea es asintomática en casi la totalidad de casos44,45.

 

También se han hecho estudios en torno al papel del papilomavirus en los casos de abuso sexual. Aunque la infección por el virus del papiloma humano pueda ocasionar verrugas orales y periorales, el modo de transmisión aún es incierto ya que puede ser transmitido sexualmente mediante contacto oro-genital, verticalmente de la madre al hijo durante el parto u horizontalmente mediante contacto no sexual, como por ejemplo de la mano de otro niño o cuidador a los genitales o la boca del paciente46.

 

Percinoto AC y colaboradores, reportan en 2014 un caso clínico de condiloma acuminado en el dorso lingual y la mucosa palatina de un niño de cinco años que había sido víctima de abusos sexuales47. En niños, la presencia de una o varias de estas lesiones pueden ser el primer indicio de que se ha producido un abuso sexual.

 

Ocurre de manera similar en el caso de la presencia de petequias en el paladar, especialmente en la zona de unión entre el paladar duro y el blando. Estos hallazgos pueden ser la consecuencia de una felación forzada. 

 

La Academia Americana de Odontología Pediátrica (AAPD) (2017) advierte en su última guía respecto a los "Aspectos orales del abuso y negligencia a menores", que si una víctima comunica al profesional una historia de contacto genital-oral relacionado con abuso sexual, tanto la mucosa bucal como la lengua deben ser limpiados con un aplicador con punta de algodón estéril, debe secarse al aire y conservado apropiadamente para su análisis en el laboratorio24.

 

Marcas de mordeduras

La presencia de marcas de mordeduras, ya sean recientes o en proceso de curación, pueden indicar maltrato. Las marcas de mordeduras deben sospecharse cuando se encuentran equimosis, laceraciones o abrasiones con una forma elíptica o un patrón ovoideo48.

 

Tienen un área central de equimosis, contusiones, causadas por la presión positiva por el cierre de los dientes maxilares y mandibulares con la consecuente rotura de pequeños vasos sanguíneos o por presión negativa causada por un efecto de succión.

 

Las mordeduras causadas por distintos animales como perros u otros carnívoros tienden a rasgar el tejido y tienen una morfología triangular, mientras que las mordeduras humanas aunque lo comprimen y pueden causar abrasiones, contusiones y laceraciones rara vez provocan avulsión del tejido24.

 

Podemos saber si la mordedura la ha causado un adulto midiendo la distancia intercanina que es la distancia lineal entre el punto central de las cúspide de un canino y su homólogo contralateral. Si dicha distancia mide más de 3.0 cm estamos ante una dentición adulta49,50. Con todo, las marcas de mordeduras encontradas en la piel son difíciles de interpretar por la distorsión que presentan debido al tiempo transcurrido desde el momento en el que se produjo y el momento del análisis51:

 

Negligencia dental

El concepto de negligencia dental fue acuñado en 1983 (AAPD) y está en revisión constante. La última revisión de la definición de negligencia dental fue llevada a cabo en 2016 por la Academia Americana de Odontología Pediátrica; en ella afirma que la negligencia dental se trataría de “la falta deliberada de los padres para buscar y seguir el tratamiento odontológico necesario para garantizar el nivel de salud oral del niño que suponga la adecuada función, libre de dolor e infecciones”9,23,24.

 

La caries dental, la enfermedad periodontal y otras condiciones orales significativas pueden acarrear dolor, infección y una merma en la función. Por lo tanto, el resultado puede afectar gravemente al aprendizaje, comunicación, nutrición y otras actividades necesarias para el normal crecimiento y desarrollo del niño24.

 

Existen una serie de factores que son considerados necesarios para establecer el diagnóstico de negligencia5,8,52,53,24:

  • El niño ha sufrido daño o está en riesgo de sufrirlo por la falta de atención odontológica.
  • Las recomendaciones de atención dental ofrecidas suponen un beneficio significativo para el niño.
  • El beneficio esperado del tratamiento dental es significativamente mayor que su morbilidad por lo que sería lógico que los padres eligieran el tratamiento sobre el no tratamiento.
  •  Los padres y tutores entienden la información dada por el profesional acerca de la patología del paciente y tienen acceso a la atención odontológica oportuna. 

 

MALTRATO EN NIÑOS CON DIVERSIDAD FUNCIONAL

La mayoría de los autores coinciden en que los niños con diversidad funcional corren un mayor riesgo de maltrato infantil; sin embargo, existe una brecha en la evidencia sobre si todas las discapacidades tienen el mismo riesgo y si los factores de riesgo varían según el tipo de discapacidad54. Este elevado riesgo, en comparación con el resto de la población pediátrica, se ha atribuido al estrés que sufren los padres como consecuencia a todas las características que derivan del tener un hijo con diversidad funcional55.

 

Si se analiza el tipo de discapacidad con la frecuencia de maltrato se observa que los niños con Síndrome de Down y los niños con parálisis cerebral tienen el mismo riesgo de sufrir maltrato que los niños sin diversidad funcional. Del mismo modo, el tipo de maltrato tiene la misma distribución en los niños con diversidad funcional en comparación con el resto de la población infantil, al igual que la edad en la que recibirían el primer acto de maltrato que es aproximadamente a los 4,8 años de edad en los niños sin diversidad funcional y a los 4,2 años en los niños con diversidad funcional. 

 

Sin embargo, los datos cambian cuando hablamos de niños con discapacidad intelectual que presentaron una mayor tasa de negligencia y los niños con desórdenes conductuales que presentaron una tasa mayor de maltrato físico54,55,56, 57,58,59.

 

La discapacidad, es un importante factor de riesgo para el maltrato infantil, pero no todos los niños con diversidad funcional deben ser considerados como niños de alto riesgo, ya que otros muchos factores como la familia y el entorno social juegan un rol importante en el desarrollo del maltrato, como ocurre con el resto de la población pediátrica. 

 

ACTUACIÓN DEL ODONTÓLOGO

Aunque conocemos que denunciar el caso es una condición necesaria para posibilitar las intervenciones oportunas y además es una obligación legal y profesional, en la literatura consultada encontramos cuáles son los factores que influyen directamente sobre el odontólogo a la hora de pasar de la sospecha al reporte del caso11,20:

  • El posible impacto en la práctica profesional.
  • Miedo a la violencia al niño.
  •  Miedo a las consecuencias que pueda acarrear para el niño el iniciar el proceso judicial pertinente.
  • Falta de conocimiento en cuanto cómo se reportan los casos.
  •  Miedo a las conductas litigantes.
  •  Miedo a la posible violencia contra el equipo médico.
  • Inseguridad frente al diagnóstico.

 

El papel del odontólogo en cuanto a su actuación frente a una situación de maltrato se basa en realizar una historia clínica minuciosa y, si es posible, complementar dicha historia con fotografías, realizar un diagnóstico diferencial correcto y elaborar un parte de lesiones, que se trata de un documento fundamentalmente descriptivo que forma parte de la historia clínica y que, además de ser un documento legal, recoge las características de las lesiones encontradas.

 

Sin embargo, encontramos que solo existe un parte de lesiones para los profesionales del ámbito sanitario en general20 y no uno específico para los odontólogos con apartados donde plasmar la información recogida al respecto.

 

Es por ello que en el siguiente apartado se propone un modelo de parte de lesiones para profesionales del ámbito odontológico.

 

MODELO DE PARTE DE LESIONES

El parte de lesiones es un documento médico y legal como se ha señalado anteriormente, y tiene como finalidad informar a la autoridad judicial la atención que se presta a un paciente que presenta lesiones que pueden estar siendo causadas por un delito, en este caso el maltrato infantil60

 

En el parte de lesiones deben quedar reflejados los datos del paciente (nombre, apellidos, sexo, domicilio, fecha de nacimiento y por quién estaba acompañado en la fecha en la que se hizo el parte), los datos del profesional, que en este caso es el informante y una serie de datos descriptivos que son todos los signos y síntomas que han llevado al profesional al diagnóstico de maltrato.

 

Llegados a este punto, se nos plantea la duda de si el aportar los datos del paciente en el parte de lesiones no entra en conflicto con la ley de protección de datos y con el secreto profesional. 

 

El deber de secreto es correlativo al derecho que los seres humanos tienen a la confidencialidad de sus datos. Salvo excepciones, dichos datos solo podrán revelarse cuando el sujeto lo autorice. Sin embargo, el derecho de confidencialidad puede recortarse ante la presencia de otros derechos o intereses superiores, como por ejemplo en aquellos casos en los que con su silencio diera lugar a un perjuicio al propio paciente y, en casos de malos tratos, especialmente a niños, ancianos y discapacitados psíquicos, o actos de agresión sexual y por imperativo legal en el parte de lesiones61.

 

El modelo que proponemos de parte de lesiones se presenta en la Figura 220,62.

 

 

CONCLUSIONES

1. El maltrato infantil ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad; sin embargo, no tenemos bibliografía disponible que pruebe la implicación del odontólogo como parte del personal sanitario notificador de maltrato infantil hasta 1970.

 

2. Las lesiones por maltrato físico que puede llegar a identificar el odontólogo pueden ser intra o extraorales, como las laceraciones del frenillo labial superior, los hematomas sublinguales e incluso los comisurales por la utilización de mordazas. 

 

La identificación, por parte del odontólogo, del abuso sexual es difícil. Si bien es verdad que lesiones como petequias en el paladar, o como el condiloma acuminado nos llevan a sospechar la presencia de abuso sexual, ya que son lesiones que difícilmente se ven en niños.

 

Las mordeduras suponen una gran fuente de información a la hora de identificar su origen. Si se dispone de los dispositivos necesarios para registrar la huella de la mordedura debe hacerse para que constituya una prueba complementaria al parte de lesiones. 

 

La negligencia dental es difícil de diagnosticar. Si los padres están informados de la gravedad de la patología acumulada en el paciente infantil, de las alternativas terapéuticas y el acceso a los servicios asistenciales apropiados para devolver la salud oral al niño y no recibe atención odontológica, estamos ante un caso de negligencia dental.

 

3. La distribución de los distintos tipos de maltrato en la población con diversidad funcional no es homogénea. Parece ser que hay una relación entre distintos tipos de discapacidad y distintos tipos de maltrato.

 

4. Todos los profesionales de la salud están legalmente obligados a informar de la identificación de un posible caso de maltrato. Muchas veces el propio profesional no continua con la cadena de investigación del caso y no llega a informar a las autoridades judiciales porque no sabe cómo hacerlo. Para ello está el parte de lesiones, un documento médico-legal que forma parte de la historia clínica y que recoge, a modo descriptivo, todas las observaciones de signos y síntomas analizadas en el paciente pediátrico en un momento determinado. 

 

5. No existe un parte de lesiones común para todos los odontólogos del territorio nacional. Es por ello que proponemos un modelo de parte de lesiones derivado del que aparece en el documento del Observatorio para la Infancia pero con herramientas clínicas específicamente odontológicas.

 

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